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Alianza y condena

Casi una leyenda (1991). Poemario compuesto de cantos de exaltación del origen desde su cercanía a la muerte, la pesantez de la vida y la consciencia de la importancia del amor como salvación tanto del poeta como del posible lector de la obra.

Casi una leyenda, Barcelona, Tusquets, 1991, 86 p., (Nuevos textos sagrados, Marginales, 112).

OTRAS EDICIONES
- Barcelona, Tusquets, 2ª ed., 1991.
- Barcelona, Tusquets, 3ª ed., 1993.
- Madrid, Fundación ONCE, 2000, texto en braille.
- Zamora, Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, Seminario Permanente Claudio Rodríguez, 2009.


CALLE SIN NOMBRE

                   I

¿Y no hay peligro, salvación, castigo,
maleficio de octubre
tras la  honda promesa de la noche,
junto al acoso de la lluvia que antes
era secreto muy fecundo y ahora me está lavando
el recuerdo, sonando sin lealtad,
enemiga serena en esta calle?
¿Y la palpitación oscura del destino,
aún no maduro hoy?
Oigo la claridad nocturna y la astucia del viento
como sediento y fugitivo siempre.
Pero ¿dónde está, dónde
ese nido secreto de alas amanecidas
de golondrinas?
Alguien me llama desde
estas ventanas esperando el alba,
desde estas casas transparentes, solas,
con destello y ceniza
y con la herencia de sus cicatrices mientras
esta puerta cerrada se hace música
Esperando una mano que la abra
sin temor y sin polvo. ¿Y dónde los vecinos? 

                     II

Está ya clareando.
Y cuando las semillas de la lluvia
fecundan el silencio y el misterio,
la espuma de la huella
sonando en inquietud, con estremecimiento,
como si fuera la primera vez
entre el aire y la luz y una caricia
ya no importan como antes,
el canto vivo de la forja
del contorno del hierro en los balcones,
las tejas soleadas
ni el azul mate oscuro
del cemento y del cielo.
La calle se está alzando. ¿Y quién la pisa?
¿Hay que dejar que el paso, como el agua,
se desnude y se lave
algunas veces seco, ágil o mal templado;
otras veces, como ahora
tan poco compañero, sin entrega ni audacia,
caminando sin rumbo y con desconfianza
entre un pueblo engañado, envilecido,
con vida sin tempero,
con libertad sin canto?

Me está hablando esta acera como un ala
y esta pared en sombra que me fija y me talla
con la cal sin tomillo y sin vuelo sin suerte
la juventud perdida. Hay que seguir. Mas lejos…
Y voy de puerta en puerta
calle arriba y abajo
y antes que me vaya
quiero ver esa cara ahí a media ventana,
transparente y callada
junto al asombro de su intimidad
con la cadencia del cristal sin nido
muy bien transfigurada por la luz,
por el reflejo duro de meseta,
con pudor desvalido,
asomada en silencio y aventura.
Quiero ver esa cara. Y verme en ella.

                        III

Ha amanecido. Y cada esquina canta,
tiembla recién llovida. Están muy altos
el cemento y el cielo.
Me está llamando el aire con rutina,
sin uso.
El violeta nuevo de las nubes
vacila, se acobarda. Y muy abiertas
vuelan las golondrinas y la ciudad sin quicios,
el bronce en flor de las campanas. ¿Dónde,
dónde mis pasos?
Tú no andes más. Di adiós.
Tú deja que esta calle
siga hablando por ti, aunque nunca vuelvas.